Yo soy de esas personas a las que les gusta planificar con tiempo todo para evitar el estrés de última hora y, así, minimizar imprevistos. Pero un verano le dije a mi marido que esas vacaciones las íbamos a improvisar. Así, un 1 de agosto nos presentamos en el Valle de Arán (la primera vez de muchas visitas en el futuro), sin plan ni alojamiento alguno, ¡a la aventura!
La aventura tuvo gracia hasta que los únicos alojamientos que quedaban libres olían a vaca según mi marido -y eso que es todoterreno-. Y si no fuera porque hacía 40 grados (los lugareños decían que hacía 40 años que no tenían esa temperatura, vaya casualidad), quizá hubiera sido más soportable.
Así, que metidos en el coche con el aire acondicionado, me vino la luz. Una amiga había estado en julio, llevaba meses planificando el viaje y se alojó en un hotelito precioso en Artíes. El caso es que me había dado el teléfono, pero con mi locura de no planificar, había pasado. Al final, gracias al plan de mi amiga, encontramos habitación y todo fue bien.
Diréis que soy una cobarde, pero no he vuelto a improvisar los viajes. Cuando en la conversación con una emprendedora sale la expresión ‘plan de empresa’, o ‘plan de negocio’, que es lo mismo, parece que les asusta. Cuando el susto debería darlo no tenerlo, esa es la verdad. Lo mismo que presentarnos un 1 de agosto en un lugar turístico y pretender encontrar habitación. Porque el plan de empresa no es una moda, ni una expresión manida, es parte de la estrategia.
Vamos a pensar. Cuando quieres comprarte una casa, ¿no lo planificas? Si hasta para hacer la compra de la semana tienes un plan, ¿por qué nuestro negocio no se merece uno? Un plan es un proyecto, según la RAE, para dirigir y encauzar (dirigir por buen camino) una acción. No te tiene que dar miedo, asusta porque no sabemos cómo hacerlo. Es mejor pensar en todo lo que vamos a aprender por el camino, conocimientos y experiencias que quedarán en nosotros para siempre y que podremos utilizar cuando nos hagan falta en el futuro.
Estas son, muy resumidas, las etapas para elaborar un plan de negocio:
⌦ Concreta la idea de negocio y tus objetivos.
⌦ Analiza el mercado y el entorno competitivo.
⌦ Haz un diagnóstico estratégico DAFO.
⌦ Diseña la estrategia de producto.
⌦ Diseña la estrategia de ventas.
⌦ Diseña la estrategia de comunicación.
Y si os parecen términos extraños, ¡pedir ayuda!, pero no improviséis. Improvisar, en el lenguaje empresarial es sinónimo de darse de bruces en el suelo. Desde mi experiencia, estos son algunos motivos por los que conviene tenerlo:
Porque te dará confianza en ti misma y en tu proyecto.
Porque podrás verificar con datos, no con suposiciones, si tu proyecto es viable.
Porque te permitirá tener un camino con unos pasos a seguir.
Porque conseguirás que tu negocio sea coherente en todas sus áreas.
Porque te ayudará a vender tu idea a posibles inversores y socios.
Perderle el miedo y pasar la acción, que ya sabéis, sólo las acciones diferentes producen resultados distintos.
Mayte Carvajal
Mentora de emprendedoras