Malferida y el secreto para no tener secretos

Artículo de opinión

Vivimos en un mundo sobreinformado, donde todo el mundo tiene a su alcance cantidades infinitas de información, en ocasiones, hasta infoxicado. Podemos saberlo todo sobre todas las cosas, incluso cuando nos referimos a las compañías e instituciones. Se podría decir que tenemos tanto acceso a la información que hemos llegado al límite de no saber diferenciar qué es verdad y qué no [la era de las fake news]. Eso mismo quería evitar yo cuando decidí crear Malferida.


Con el lema “el refresco de cola sin secretos”, el objetivo principal se ha centrado, desde nuestros inicios, en no tener secretos con nuestros consumidores. ¿Qué loca se metería en el mercado de refrescos de cola, sabiendo que está monopolizado por la marca más conocida del mundo? Alguien como yo, que consideraba que era el momento para cambiar las cosas en un sector repleto de fórmulas ocultas, etiquetas ilegibles y productos nocivos para nuestra salud. El cliente no es tonto y, hoy más que ayer pero menos que mañana, quiere estar más informado sobre qué alimentos introduce en su cuerpo, las consecuencias que estos tienen en su salud y cómo y dónde están elaborados. Los datos no mienten: aumenta el consumo de productos ecológicos, disminuye el de los ultraprocesados, cárnicos y azucarados. Así que siempre tuve claro que Malferida tendría que ser fruto de un proceso de escucha activa al consumidor y con un discurso transparente.


¿Qué necesita y cómo podemos conseguirlo? Las compañías [grandes y pequeñas] siempre se hacen estas sencillas preguntas antes de lanzar un producto al mercado, pero muchas deciden no escuchar las respuestas. El bebedor de refrescos necesita un producto más saludable, con el que se sienta identificado y cómodo, que no le haga sentir culpable y a poder ser, que sea fácil y accesible de adquirir. Eso tienen en la etiqueta nuestras Malferidas: una receta sin consecuencias negativas para la salud, sin ingredientes ocultos, sin complicaciones y, por supuesto, sin trucos. Ese es el secreto.

Lucía Mompó

Malferida