A nivel profesional, tengo experiencia y muchas vivencias. Y las personas van cambiando en sus planteamientos y posicionamientos, como en el feminismo. En determinados sectores, tú misma piensas que se trata de un ámbito muy masculinizado y que será difícil acceder. Además, las ofertas siempre están dirigidas para hombres. Siempre están redactadas en masculino y parece que enfocadas a hombres. Esto pasaba hace 20 años, cuando comencé mi carrera, y pasa ahora.
Definitivamente, hay que trabajar mucho para animar a todas las mujeres a que tengan una actitud de seguridad, porque somos exactamente iguales ante cualquier tipo de trabajo. Esto que describo lo he percibido especialmente en sectores como la carpintería, el sector del mueble y en el arte fallero, que son entornos duros. Directamente, parece que están relacionados con tener fortaleza física, ser poco femenina y estar rodeada de compañeros hombres.
Ante esa visión, hay que argumentar que esa imagen es un estereotipo. Nada tiene que ver la capacidad en estos trabajos con ser femenina, ser mujer o ser una compañera de trabajo.
Hay que insistir e insistir. Formación, seguridad en una misma y actitud. En estos sectores, y en todos los demás, hay una lucha mental contra la que hay que actuar. Los porcentajes de hombres trabajando en estos sectores son por tradición. Nada tiene nada que ver con la capacitación. Hay que tener un pensamiento positivo, hay que reivindicar ese espacio, el de que las mujeres estamos trabajando y no necesariamente llevando a los niños al colegio.
Desgraciadamente, pese a que ha habido avances institucionales en estas dos últimas décadas, la actitud de las mujeres y las jóvenes no ha cambiado en estos 20 años. A mí me sigue sorprendiendo que la gente me vea con una sierra y que piensen ‘qué valiente’ y les parezca extraño.
Habría que realizar cursos de fontanería, carpintería, albañilería… Vamos a intentar igualar los porcentajes. Muchas veces, las mejores alumnas de carpintería son mujeres y, en muchos espacios, no las cogen porque ni siquiera tienen baños para mujeres en los lugares de trabajo.
Lamentablemente, las mujeres jóvenes son menos reivindicativas ahora. Se han olvidado de reivindicar y luchar por estos derechos. Las mujeres jóvenes piensan que ya está todo hecho. Y falta mucho. Es muy triste.
Por ejemplo, tienen que entender y valorar la importancia del lenguaje. Todos los títulos académicos te los dan en masculino. Con lo que cuesta entrar en mundos tan masculinizados, se nos tiene que reconocer. Hay mujeres referentes en estos sectores, como el del arte fallero. Hay que poner en valor a estas referentes. Y quiero aprovechar estas líneas para hacerlo con Marina Puche, artista fallera responsable de la falla municipal de València. Se merece todo el reconocimiento.
Verónica Palomares
Artista, historiadora y pedagoga didáctica