El secreto de vivir más y mejor

Artículo de opinión, Entrevista

Estamos siendo testigos de un constante aumento en la esperanza de vida de las personas. Gracias a los avances en medicina, la mejora de las condiciones sanitarias y los cambios en diferentes hábitos, somos más longevos en cada generación. Según las Naciones Unidas, está previsto que la esperanza de vida se incremente en 2023 hasta los 81,8 años para los hombres y 87 para las mujeres.

Este cambio en la dinámica demográfica plantea desafíos y oportunidades únicas para nuestra sociedad. Es crucial tener en cuenta que a medida que la medicina y la tecnología avanzan, nuestro sistema de salud también evoluciona y, por lo tanto, la forma en la que entendemos nuestra vida también. Gracias a los avances en el campo de la salud, hemos logrado grandes descubrimientos respecto a la cura de enfermedades que antes eran inabordables desde el punto de vista de su tratamiento o métodos para reducir el impacto de ciertas patologías. Además, la creciente preocupación de la sociedad por el autocuidado y la adopción de estilos de vida saludables también ha influido positiva y significativamente en el aumento de la esperanza de vida.

La conciencia sobre la importancia de una alimentación saludable, la práctica regular de ejercicio físico, la reducción del consumo de tabaco y el control del estrés han provocado una disminución en la incidencia de enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer. Todos estos cambios han demostrado tener un gran impacto en la calidad y la cantidad de años de vida.

Sin embargo, el aumento de la esperanza de vida plantea numerosos interrogantes. ¿Cómo vamos a vivir tantos años? ¿Cuál será nuestra calidad de vida? ¿Están nuestros sistemas sanitarios preparados para afrontar ese desafío? Aunque es difícil responder a todas estas preguntas, sabemos que el envejecimiento de la población conlleva una mayor demanda de servicios de salud y atención a largo plazo, es decir, los sistemas sanitarios necesitarán más profesionales para atender la elevada e incremental presión asistencial a la que nos enfrentaremos.

En este contexto, la información genética contribuye a despejar alguna de estas incertidumbres. Además de utilizase para el diagnóstico de enfermedades raras, los test genéticos se emplean hoy en día para determinar los fármacos más adecuados y la dosis correcta para cada paciente en lo que denominamos medicina de precisión.

En los próximos años vamos a asistir a un aumento del uso de nuestra información genética para determinar si tenemos alguna mutación que nos predisponga a sufrir enfermedades, crónicas, comunes y tratables mediante fármacos. Disponer de esta información contribuirá a que podamos anticiparnos a la aparición de enfermedades y que podamos tomar medidas preventivas. Necesitamos que el paradigma de la medicina cambie si queremos mantener nuestro sistema de salud hacia un modelo más proactivo que se anticipe al desarrollo de la enfermedades y menos reactivo.

Ángela Pérez

Fundadora de Health in Code – Premio Jaume I